El equipo de Abramovic no dio a su dueño la alegría de la Champions.


Las finales de cualquier copa son broncas, pero esta empezó con carisma de artes marciales, dos faltas dos tarjetas amarillas. El Manchester mandaba y Cristiano Ronaldo estrenó la red de cabeza triangulando un largo pase casi imposible.


Sólo entonces reaccionó el Chelsea, con una gran importancia de las paradas de Cech, y el empate de Lampard al filo del intermedio. La segunda parte fue del Chelsea, con mejor colocación y mas garra y ocasiones del equipo de Grant, pero sin pasar del 1-1. Tras una prórroga a base de tanganas el Manchester ganó la lotería de los penaltis por 6-5.

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